lunes, 28 de febrero de 2011

Revoluciones

De repente los países árabes han dejado de ser pueblos incultos dominados por religiosos extremistas, con tendencias terroristas y capaces de inmolarse en su cruzada anti occidental para convertirse en el nuevo referente de la lucha por la libertad.
Saliendo a la calle con riesgo evidente para su propia vida, convierten en nueva manifestación cada entierro de su vecino masacrado por el lider autoritario y dictatorial, a la sazón nuestro aliado fiel y parte necesaria de nuestro particular comercio "armas por petroleo".
Mientras la ONU se ve forzada a reaccionar condenando a Gadafi ("te has pasado, ya no te ajunto") pocos meses después de que plantara su jaima por Europa, los políticos se convierten en contorsionistas para decir hoy lo que callaban ayer, y si es posible decir poco, por lo que pueda pasar mañana con otros tantos aliados incómodos. Túnez, Egipto, Libia, Yemen, Bahrein, Irak, Jordania, Argelia.... ¡mejor no generalizar! ¡vayamos paso a paso!, no sea que pisemos el callo a un dictador que luego no caiga y nos suba el precio. Además, al final de la cuerda está China, y China tiene nuestra deuda en el bolsillo.
Efectivamente, tenemos socios que son auténticas dictaduras, que encarcelan a sus ciudadanos por opinar de forma diferente. Socios con dinero a los que toda nuestra élite política besa las manos, que mantienen a su pueblo en la miseria mientras se construyen palacios con grifos de oro.
Socios que dejan traslucir la catadura moral de nuestras democracias, de nuestros políticos... en fin, nuestra propia catadura moral: los políticos simplemente quieren mantenernos contentos, y están pensando si votaríamos más a un político que dejara de comprar petróleo a países no democráticos, o si preferimos petróleo barato.
Un pueblo que manda en sus recursos posiblemente querrá sacarles el máximo partido, el precio subirá para pagar escuelas, hospitales, agua, luz, vivienda... ¿No será mejor que estos sátrapas se hagan un palacio nos den petróleo barato a cambio de armas que les permitan seguir en el poder?
Si bien lo pensamos, lo que han hecho estos malditos revolucionarios es obligar a que nos retratemos, a que decidamos entre nuestro bolsillo y nuestra conciencia. ¡Los muy bandidos, con lo cómodos que estábamos!
Claro que siempre podemos dejar el tema de lado y debatir sobre eso de ir a 110 en autovía... ¡con estos coches, qué barbaridad!

lunes, 21 de febrero de 2011

Participación pública

Tras más de treinta años de constitución y de más de 25 de la Ley de bases de régimen local, y la adhesión al Convenio de Aarhus sobre acceso a la información ambiental y la aprobación de las directivas pertinentes llega a Ribadeo el reglamento de participación ciudadana, esperado como agua de mayo por algunas asociaciones desde hace más de una década.

La participación popular en los asuntos públicos no es simplemente un derecho, sino una obligación, o más bien una necesidad ante la frecuencia con que errores y corruptelas rondan los asuntos públicos. Parece evidente que una ciudadanía informada y educada será capaz de detectar los primeros y denunciar las segundas, optimizando la gestión desde los puntos de vista sociales, ambientales y económicos.

Allá donde he vivido, a menudo he escuchado protestar a los vecinos por ciertas decisiones, y denunciar la desaparición e inaccesibilidad del político durante los cuatro años que pasan entre elección y elección. Este reglamento viene a ser la herramienta que garantice que la puerta estará abierta, que la información será mostrada y que la pregunta será contestada. El propio reglamento, hoy en fase de exposición pública, puede ser modificado con las alegaciones de todos quienes queramos participar en tan democrático proceso.

Queda por ver si la falta de participación de la ciudadanía se debe a la falta de oportunidades o más bien al desinterés y apatía generalizada, al ritmo de vida moderno que nos lleva a preferir al final del día ver Gran Hermano en la tele a acudir al pleno municipal. Yo opino que salvo contadas excepciones, es esto último.

Sin embargo, opino también que la riqueza aportada por la opinión directa del ciudadano, más que una obligación para el político debería ser un derecho, una necesidad. Y desde ese punto de vista, la simple aprobación de un reglamento probablemente no baste para lograr la participación. Hay maneras de fomentarla, y aquí llega la agenda 21 para demostrarlo. Veamos cómo sale y con qué apoyos cuenta entre los grupos políticos de Ribadeo.

domingo, 6 de febrero de 2011

Naciones y proyectos

Tengo para mí que los que escribimos, componemos o pintamos lo hacemos por necesidad propia: si por los demás fuera, ya hay suficientes cuadros, libros y canciones exquisitas como para llenar varias vidas de lecturas, audiciones y miradas extasiadas. Cuántos cuadros bonitos, cuántas canciones... ¿por qué componer otra más?
Claro, hay gente que se dedica a esto, y si no consumiéramos cultura de nueva creación, no podrían hacerlo. Morirían pobres, y sólo tras varias décadas alguien descubriría algo genial en uno de ellos: ese perduraría para siempre.
Mi forma de pensar, a la que llegué tras consumir cultura mediocre durante algunos años a través del Círculo de Lectores, me lleva a preferir los clásicos, aquéllos que han superado el filtro del tiempo. Además, sorprendentemente, suelen editarse a precios más bajos.
Mi última adquisición por 3€ es España Invertebrada, de Ortega y Gasset, una serie de ensayos cortos que dibujan la sociedad y la política española de los últimos siglos, vistas desde la atalaya de los años 20 del siglo pasado por esta mente privilegiada.
De la misma manera que me sorprendió a los 15 años el pensamiento de que los egipcios eran iguales que nosotros, la misma especie, la misma inteligencia, simplemente menos saber tecnológico acumulado (antes los veía como seres inferiores intelectualmente), me sorprende hoy la capacidad de este autor para disecar y comprender el funcionamiento de las sociedades, sus emociones, sus temores, sus tics...
Habla Ortega de los nacionalismos ibéricos y no los entiende como sentimientos de nuevas sociedades en construcción, sino como síntomas del desmembramiento de España desde hace cuatro siglos debido a la falta de proyecto común. Viene a decir que las naciones se crean alrededor de un espíritu fundacional ilusionante (para él la España imperial de los Reyes Católicos, supongo que algo como lo que vivimos con la creación europea hace pocos años). Que cuando ese espíritu se agota o se para, los pueblos que forman esa nación dejan de verle el sentido a la empresa común, y las naciones van cayendo en una desmoralización que alimenta el nacionalismo disgregador (que tampoco les llevará a ninguna parte, pero al menos es un sentimiento más propio y cercano).
Este análisis escrito hace 90 años resulta sorprendentemente útil para entender la situación social y política en España un siglo despúes (y también la de Europa), donde la falta de proyecto, la falta de rumbo, la falta de ideas resulta tan reveladora como deprimente.
Especialmente deprimente cuando somos ya plenamente conscientes de que en nuestra cumbre tecnológica no hemos sido capaces de crear un sistema que nos haga felices, de construir ese paraíso en que las máquinas trabajen para nosotros (¿cuándo dejamos de hablar de la civilización del ocio que se vaticinaba hace sólo dos décadas?), para asumir la necesidad de una carrera desarrollista que sabemos que nos lleva a un apocalipsis  ambiental.
La disyuntiva de colapso económico o colapso social y ambiental debería crear un debate a todos los niveles tal que nadie pudiera inhibirse. Sin embargo, es la atonía social más absoluta la que se observa: obviamente nadie serio se atrevería a proponer alternativas al pensamiento único.
Y sin embargo, ese es el proyecto que puede volver a concitar ilusiones: el de crear una sociedad sana, en todos los sentidos. ¿Quién puede liderarlo? A día de hoy, en España, estoy mirando las propuestas de Equo.